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Falleció el guitarrista Teto Ocampo

Fecha: 27, Sep, 23

Este miércoles, luego de varios meses luchando contra un cáncer, falleció el músico y arreglista colombiano Ernesto ‘Teto’ Ocampo, una figura fundamental para entender la transición que las músicas colombianas vivieron en las últimas tres décadas y la importancia que los ritmos y sonidos tradicionales (el vallenato, la cumbia, la música del Pacífico e incluso los sonidos indígenas) adquirieron a nivel nacional e internacional cuando se fusionaron con otros más contemporáneos, como el rock o el jazz.

Teto, nacido en Río de Oro, César, fue uno de los nombres clave detrás de álbumes como Clásicos de la Provincia o La tierra del olvido, de Carlos Vives, que empujaron la música colombiana a nuevas fronteras y públicos, y luego hizo parte de proyectos como Bloque de Búsqueda, Sidestepper, Hombre de Barro o Mucho Indio, con los que siguió por el camino que se había trazado: ir hasta la raíz de nuestra música, de nuestro folclor, y rescatar esos sonidos para traerlos a la actualidad. “Si queremos entender de dónde salen nuestros problemas y cómo los solucionamos, está bueno volver al origen”, decía en un artículo para la revista Rolling Stone.

“En Teto Ocampo hay dos facetas que no pueden desconectarse la una de la otra -explica Jaime Andrés Monsalve, director musical de Radio Nacional de Colombia-. Por un lado, el virtuoso, el gran guitarrista de los 40 segundos de solo en Pa Mayte que, de alguna manera, cambia el sonido del pop colombiano para bien y les da un trazado a esas músicas tanto en el ‘mainstream’ como en lo independiente, con grupos como Bloque de Búsqueda”.

La otra faceta, explica, es la de un hombre totalmente consecuente con su pensamiento. “Una persona que pudiendo haberse quedado en esa onda, sirviendo como guitarrista de grandes músicos, prefirió quedarse en su Candelaria para hacer de la música un vehículo de sanación. Allí se encontró con otras posibilidades de lo sonoro y eso lo llevó a interesarse en una cantidad de disciplinas que no teníamos muy presentes dentro del desarrollo de las nuevas músicas colombianas como las músicas indigenistas, de las etnias”.

Para Teto, la música era un destino claramente marcado. Su bisabuelo por parte de mamá era Abel Quintero (conocido como ‘Papá Abel’), un músico que escribía arreglos, enseñaba a tocar instrumentos y quien dejó una familia llena de amantes de la música. Mientras que su papá, quien venía del Eje Cafetero, le enseñó a tocar el tiple, la bandola y la guitarra. En su infancia, contaba él, su familia se reunía para cantar canciones como Compa’e Chipuco, una experiencia que lo marcó para siempre. 

Luego, cuando se fue a estudiar al Musical Institute de Los Ángeles, descubrió sonidos más contemporáneos como el rock o el jazz que terminaron de abrir su mente. Por eso, se sintió como un pez en el agua cuando en los años 90, ya de vuelta a Colombia, se unió a La Provincia, el grupo que estaba integrando Carlos Vives, quien venía de alcanzar el éxito con la serie de televisión Escalona y quería fusionar esos sonidos vallenatos con el rock y el pop que ya había explorado con Distrito Especial. De hecho, Teto fue el arreglista y la mente detrás de La gota fría, la canción de Clásicos de la Provincia que se convirtió en un éxito.

En La Provincia, Teto coincidió con Iván Benavides y con el productor Richard Blair (quien había trabajado con el inglés Peter Gabriel y le había producido un álbum a Totó La Momposina). Ellos, junto con Carlos Vives, Mayté Montero, Egidio Cuadrado y otros le dieron forma a La tierra del olvido, el álbum que para muchos es un parteaguas en la historia reciente de la música colombiana.

Para el músico y periodista Eduardo Arias, “ese fue el disco que le abrió las puertas a ese nuevo tipo de música colombiana en el resto de América Latina y de España, y el que sirvió de inspiración para muchos de los músicos que a partir de ese momento descubrieron que la música folclórica colombiana servía para explorar nuevos caminos. Un movimiento que aún hoy sigue siendo muy importante y que sigue alimentando propuestas musicales”.

En esa misma época, Teto, junto a Iván Benavides y otros músicos de La Provincia formaron Bloque de Búsqueda, que el New York Times llegó a llamar la “mejor banda de rock latinoamericano” del año 2000. Y más adelante colaboró o hizo parte de otros proyectos similares como Manguala, Sidestepper, la Banda Dispersa de la Madre Selva y La Barahunda.

“Teto fue un protagonista de todo el movimiento que surgió a partir de ahí en el que, al estilo de Bertolt Brecht, pintamos la aldea para pintar el mundo. Esa fue la manera en la que Colombia pudo ponerse, finalmente, en el espectro de las músicas internacionales: partiendo de lo local, de lo raizal, de lo artesanal nuestro, en aras de una música mucho más universal”, explica Monsalve. 

En ese sentido, para Juan David Correa, ministro de las Culturas, las Artes y los Saberes, la partida de Teto Ocampo es dolorosa y triste: “su música se queda con nosotros. Él y su generación comprendieron el valor de asumir un destino propio que hablara, desde esta esquina, con el mundo”.

Esa búsqueda nunca se agotó. En los últimos años, Teto Ocampo se aventuró en varios proyectos como solista que lo fueron guiando, casi que naturalmente, a su último gran objetivo: conocer de fondo las músicas indígenas y trabajar por darlas a conocer al público colombiano. Para hacerlo, viajó e investigó al lado de los Mamos, los sabedores y representantes de varias etnias. Un proceso lleno de reconocimiento en el que se empapó de su cultura, se enamoró de la relación de esas comunidades con la música y trató de trabajar con ellas a partir del respeto y sin exotismos. De allí surgieron proyectos recientes como Mucho Indio y Hombre de Barro.

El gran legado de Teto Ocampo es ese: reconoció las raíces musicales de nuestro país y buscó la forma de llevarlas al gran público. Y ya fuera en grupos muy populares, como La Provincia, o en otros más independientes, como Bloque de Búsqueda y Mucho Indio, logró que Colombia y el resto del mundo vieran con respeto la música folclórica y tradicional. Gracias a lo que músicos como él hicieron, hoy existen grupos como ChocQuibTown, Bomba Estéreo y muchos otros que pueden llevar la música local colombiana al resto del mundo, reconociendo las raíces musicales que hay detrás.​
 

Tres álbumes para recordar a Teto Ocampo​

Jaime Andrés Monsalve recomienda tres álbumes para conocer y homenajear a Teto Ocampo. El primero es La tierra del olvido, el álbum de Carlos Vives y La Provincia que ayudó a poner nuestra música en los ojos y los oídos del mundo entero.

El segundo es La Mandrágora, un dúo de Teto Ocampo con la cantante Victoria Sur: “allí hay arreglos como ‘Los sabores del porro’, el clásico de Pablo Flórez, y otros temas de la tradición músical de Pacífico y de la zona andina del país”.

Y el tercero es la primera de las dos producciones que Teto Ocampo realizó con su proyecto Mucho Indio. “Con una mirada mucho menos fría que la de la etnomusicología, Mucho Indio abrigó esas manifestaciones musicales indígenas y las revistió de sonoridades contemporáneas para que también lograran llegar a tener un predicamento prácticamente mundial”, puntualizó Monsalve.

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